Por muchos años el cloranfenicol fue uno de los antibióticos de mayor uso tanto en la Medicina Humana como Veterinaria, ya que tiene muchas propiedades que lo clasificaban como un antibiótico ideal. Sus orígenes datan del año 1947, cuando se obtuvo del Streptom.yces venezuelae, contenido en una muestra de suelo en Venezuela. Se empleó por primera vez a fines de ese año, en un brote de tifus epidémico en Bolivia con resultados notables. Luego se ensayó con gran éxito en casos de tifus de los matorrales en la península de Malasia.

En 1948 esta droga se producía en cantidades suficientes para el uso clínico general, comprobándose su eficacia en el tratamiento de diversas infecciones de origen bacteriano. Investigaciones posteriores demostraron que esta droga puede alcanzar concentraciones eficaces en casi todos los tejidos, incluso en el líquido cefalorraquídeo y en el humor acuoso del ojo, razón por la cual se generalizó su uso.Sin embargo, a partir del año 1950 comenzaron a evidenciarse los primeros efectos tóxicos del cloranfenicol en pacientes humanos. El efecto adverso más importante es una depresión de la médula ósea, manifestándose por una menor cantidad de elementos figurados y sin diferenciación completa. Si bien es cierto la incidencia es baja (1 de 30.000 pacientes que han recibido cloranfenicol), el porcentaje de fatalidad es alto existiendo una gran frecuencia de leucemia aguda en los pacientes que se recuperan. Así por ejemplo, de 576 casos de pacientes hospitalizados con alteraciones sanguíneas debido a la terapia o ingesta de cloranfenicol, se produjo fallecimiento en un alto porcentaje de ellos.

También, es importante mencio­nar una toxicidad fatal por cloranfenicol en los recién nacidos, en especial prematuros expuestos a dosis excesivas del fármaco. Por lo general, la enfermedad, ('síndrome gris') comienza 2 a 9 días después de iniciado el tratamiento (promedio 4 días). En las primeras 24 horas, las manifestaciones son: vómitos, dificultades con la succión, respiración irregular y rápida, distensión abdominal, períodos de cianosis y deposiciones blandas y verdes. Todos los niños se encuentran gravemente enfermos al final del primer día y se presentan flácidos, con un color gris ceniza e hipotérmicos en las siguientes 24 horas. También, se notan alteraciones en la función miocárdica, que pueden revertirse. La muerte se produce en cerca del 40% de los pacientes. Los que se recuperan no suelen presentar secuelas.

Actualmente, se sabe que la aparición de estos efectos no están relacionados con la dosis, bastando que los pacientes se expongan a cantidades muy pequeñas de la droga por largo período de tiempo o a terapias prolongadas en dosis altas. Esto ha motivado que en Estados Unidos, Canadá y Países de la Comunidad Europea, prohiban el empleo de cloranfenicol en la terapia de animales de abasto, con el fin de evitar que la población humana pueda eventualmente consumir esta droga a través de la leche, carne (bovino, cerdo, ave, pescado) o huevo.

También, es importante destacar que el cloranfenicol no es afectado por tratamientos térmicos, a los cuales son sometidos los alimentos, como por ejemplo, la pasteurización de la leche o cocción de la carne o huevo.

En Chile la situación no deja de ser diferente, razón por la cual el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) del Ministerio de Agricultura prohibió el uso de fármacos que con­tengan cloranfenicol o cualquiera de sus sales, en animales cuyos productos y subproductos, con o sin industrialización, sean destinados a la alimentación humana (Diario Oficial 10-Diciembre-1996, Resolución exenta N0 3399, SAG, Ministerio de Agricultura).

También en Medicina Humana se tomaron las medidas correspondientes. Al respecto la Organización Mundial de la Salud, recomienda que esta droga sólo sea empleada en situaciones en que sea absolutamente imprescindible, poniendo de relieve que el cloranfenicol nunca debe emplearse en enfermedades que se puedan tratar con otro tipo de fármacos, limitándose a las infecciones en las que los beneficios de esta droga sean mayores que los riesgos de su toxicidad potencial.

Sin lugar a dudas, el caso especial del cloranfenicol ejemplifica una vez más el fundamental rol que cumple el Médico Veterinario sobre el bienestar de la comunidad, vigilando y asegurándose que los productos de origen animal lleguen exentas de esta droga en particular y de otras en general.